UN CIELO MAL BARRIDO




Hoy desperté bajo un cielo mal barrido presagiando siquiera alguna torcedura.

Recordé que alguna vez supe el lenguaje de signos cuando,
al toparme con esa comunicación muda que nos hemos fabricado,
no atiné a leer tus pensamientos o a comprender mi actitud neutra ante tus actos para  mí parcos en mensaje.

Luego, en la calle, el universo redentor disfrazado de mendiga, de espíritu ajado, 
vino como siempre en mi rescate reponiendo mi fe en lo inefable. 

En su regazo una cachorrita de pastor recogida de una caja de zapatos se erigía en su objeto de ilusión, en salvadora antes que salvada.

Por fin mi casa, mi lecho oliendo a incólumes sábanas donde yo hubiera compartido tu ausencia de palabras con la mía en un intento de espantar ambas soledades, pero el día amaneció mal barrido 
y hoy no concedió turno de palabra.

Tal vez mañana.


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