INDIA Rishikesh cuna de la espiritualidad

India es un detonador de conciencias, presente en cada momento del día mientras caminas, paseas, viajas, comes, hueles. Es imposible pasar por este país y olvidar.
Casi 1400 millones de habitantes; circulan día y noche por calles y carreteras sumidos en un mundo multicolor y ruidoso coexistiendo con animales y rigshaws. Pero cuando elegimos como destino Rishikesh, la cuna mundial del yoga donde posiblemente se concentra el mayor número de ashrams del mundo (lugares de meditación) entonces podemos transitar del bullicio incesante del mundo exterior al silencio del mundo interior en apenas unos segundos. No hay rincón sin un pequeño altar donde colocar incienso y flores, donde no se erija un templo o un ashram para reposar los huesos cansados y los estómagos desfallecidos, como hiceran en los 60 los Beatles mientras componían 48 de sus canciones.
Rishikesh y Laxman Jhula, separadas por un par de puentes sobre el tumultuoso Ganges, próximo a su nacimiento en los Himalayas, son cada vez más visitadas por un turismo de intereses espirituales. El reclamo de sus centros de meditación, yoga y otras prácticas como el trekking y la comida vegetariana o los tratamientos ayurvédicos han convocado a los viajeros del alma y del culto al cuerpo. Para alcanzarlas es preciso llegar a Haridwar, o a Dehradun desde Nueva Delhi, a unos 230 kilómetros que en India equivalen a más de 5 horas de conducción por carreteras transitadas por monos, bueyes, bicicletas, vendedores ambulantes e innumerables camiones y vehículos de lo más variados, aunque ese recorrido puede ser parte de la emoción de conocer India.
El alojamiento está garantizado con más de una veintena de hoteles y una amplia gama de precios desde el lujoso Ananda, antigua residencia del Maharajá de Tehri-Garhwal, hasta la estancia en un ashram.
Todos los días el visitante puede acudir al amanecer o al atardecer a los rituales de saludo y adiós al sol a orillas del Ganges, unirse a los cánticos y si lo desea sumergirse en sus aguas para purificarse. Pero si participa solo como espectador de las ceremonias, los cánticos, las ofrendas florales al Ganges, la multitud apiñada en las escalinatas próximas al agua, las unciones… el espectáculo y la conexión espiritual están garantizados.
También son atractivos el comercio (se encuentran toda clase de artículos de joyería, ropa, cosmética natural ayurvédica y de los himalayas, artesanía variada, especias y casi todo lo que uno pueda imaginar) y el propio trajín de las calles. Para los amantes del senderismo hay rutas bellísimas y guías locales que pueden contratarse también en los hoteles. Los más tranquilos encontrarán diversos centros de masaje tradicional y ayurvédico así como spas, centros de yoga y de meditación donde practicar en soledad o en compañía.
Convivirán por calles y puentes con animales, motocicletas, sherpas, y gente común local y extranjera y podrán detenerse a comer, a enviar un mensaje por internet o a charlar con el amable propietario de algún negocio deseoso de saber más de los visitantes.
En ningún momento sentirán la cartera o la integridad personal amenazadas y aunque les intenten vender algo será sin pasar los límites de la corrección. Disfrutarán de la risa de los niños y de sus madres cuando les enseñemos las fotos tras haberles pedido permiso para retratarlos. Departirán con otros extranjeros en circunstancias parecidas a las nuestras y constatarán que nada importa tanto como sentirse bien con uno mismo.
Namasté